“Conoce a tu enemigo, conócete a ti mismo y saldrás triunfador en mil batallas”. Esta afirmación, se le atribuye al legendario Sun Tzu, hace más de cuatro mil años atrás, según algunos entendidos. Sin embargo, el arte de conocer los planes del adversario, se remonta a mucho más tiempo. Este arte, recibe la denominación

generalizada en nuestras sociedades modernas de “Inteligencia” y forma hoy día una parte fundamental en casi todas las organizaciones públicas y privadas; toda vez que su metodología, bien aplicada, puede llegar a ser la clave del éxito, para quien la gestiona y valora en su justa dimensión.

Si bien, en nuestra historia patria, se ha enturbiado y en algunos casos satanizado el servicio de inteligencia, lo cierto es que es una función vital para cualquier Estado que se aprecie de ser soberano, tener objetivos nacionales y reclamar su espacio en la comunidad de naciones. La Inteligencia, es como la mayoría de las herramientas, no es buena o mala per sé; sus frutos dependen de la mano que la empuñe, es en la mano, donde yace la bondad o maldad de la Inteligencia.

La gestión correcta del servicio de inteligencia de una nación, demanda, como cualquier otra dependencia del Estado, de su debida constitución, con bases legales sólidas, con la valoración de la experiencia, con una educación concomitante con los avances científicos y tecnológicos, pero sobre todas las cosas, con personal estable, para garantizar la lealtad, el profesionalismo y la abnegación.

Una de las peores cosas que un país puede hacerse, es permitir que los gobernantes, con fines mezquinos, metan la mano política en los servicios de inteligencia. Ya hemos podido evidenciar, lo nefasto que es usar los servicios de inteligencia como una policía secreta, en contra de los ciudadanos, sean estos empresarios, políticos, académicos, etc. Es el peor empleo que se le puede dar a un servicio tan valioso como éste.

El servicio de inteligencia, debe proteger al país de amenazas externas, así como empeñarse en la persecución del crimen, común y organizado, que constituyen un cáncer social, el que debe ser controlado meticulosamente. Ese es el empleo correcto y esperado de los servicios de inteligencia.

Pero lo anterior demanda, que exista una respetable carrera profesional, una base legal sólida, que garantice la independencia que se requiere, para que esta magnífica herramienta, sea para la protección y el beneficio de todas y todos los panameños.

¡ES URGENTE LA CARRERA DE INTELIGENCIA EN PANAMÁ!

El autor, es Comisionado Aeronaval (R), abogado en ejercicio y miembro del Colegio Nacional de Profesionales de los Servicios de Policía de Panamá – CONAPOL.

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