¿DÓNDE ESTÁN SUS PADRES?

Desde la reciente firma del contrato minero, la sociedad desde diferentes sectores se ha volcado a las calles a manifestar su desacuerdo, apoyados principalmente en el derecho a manifestarse de manera pacífica y respetando derechos de terceros. Las expresiones en contra del contrato, de la empresa minera, de las afectaciones al ecosistema, las posibles consecuencias a la salud de las futuras generaciones, la desproporcionada ganancia que recibirá la empresa por extraer recursos de nuestros suelos, versus las escasas retribuciones económicas que recibirá el Estado panameño, son algunas de las expresiones que han salido a relucir durante las manifestaciones.

A todo esto, debo agregar que, dentro de estas expresiones de desacuerdo también el pueblo está exteriorizando su desánimo por otros asuntos, como el alza de la canasta básica, la escasez de medicamentos, los supuestos actos de corrupción, entre otros. Todo esto puede entenderse como un agotamiento de diferentes problemas que el pueblo ha venido enfrentando durante los últimos años.

Como es sabido, en otras manifestaciones, grupos con intereses alejados de toda razón social salen también, aprovechan las manifestaciones pacíficas y realizan actos de violencia, como cerrar calles con objetos (piedras, neumáticos encendidos, tanques, otros), impidiendo la libre circulación de vehículos, amenazan a conductores, exigen el pago de dinero a los conductores a cambio de permitirles el paso; entendiéndose que la ilegalidad de este acto radica en que los dueños de vehículos pagan anualmente un impuesto de circulación, que les debe permitir circular  libremente por las distintas calles y avenidas, sin mayores restricciones que las que imponga la ley o las autoridades.

Sumado a lo expresado en el párrafo anterior, debo mencionar que, también se han dado actos delictivos, como robos y hurtos, en la que sujetos que no precisamente están representando a quienes se manifiestan pacíficamente están aprovechando esta coyuntura para atacar a personas que van o vienen de sus trabajos, los amenazan y despojan de dineros y pertenencias, también están vandalizando locales, comercios, abarroterías, entre otros y sustraen artículos; todo esto en una clara intención de delinquir.

Es preocupante que todo esto esté ocurriendo, pero, preocupa más que, entre quienes realizan estos actos contrarios a derecho y al respeto a la propiedad ajena estén participando menores de edad. Que adultos delincuentes realicen estos actos vandálicos, contravencionales o delictivos, acompañados de menores de edad se traduce en una escasa escala de valores, de una debida orientación por parte de adultos, ausencia de guía por parte de los padres, la falta de fiscalización por parte de los padres, la mínima protección de sus hijos, de evitar que salgan a realizar este tipo de acciones, que atentan definitivamente contra la integridad física de personas, así como de sus bienes o propiedades.

Nosotros como colegiado, ya hemos expresado en diferentes foros, que la formación del individuo en edad temprana depende mucho de la buena guía de los padres, de ese esfuerzo que tienen que hacer contra las distintas fuentes de influencia que pueden llegar a este joven individuo, que está en pleno proceso de formación, de desarrollo y maduración, proceso en el que va a recibir una gran cantidad de información, así como distintas formas de comportamiento dentro y fuera de su entorno, como el colegio, la iglesia,  los distintos grupos contemporáneos y de otras edades con el que se asocie, y contra todas esas fuentes de influencia, ya sean buenas o malas, para todas ellas tiene que existir un reforzamiento por parte de los padres, ante las buenas cosas que adopte su hijo, así como de la buena guía,  corrección y consejo para erradicar comportamientos contrarios a las buenas costumbres y el respeto de derechos y libertades de ajenos.

Es cierto que en este proceso de formación del individuo, el padre también debe instar al hijo a que tenga un pensamiento crítico y que entienda la realidad que ocurre en su país, que sepa cuáles son sus derechos y libertades, sin embargo, enviarlos o permitirles qué participen de actos vandálicos, de daños a la propiedad, de sustraer bienes ajenos, de destruir  comercios, entrar con violencia a abarroterías y apropiarse de manera indebida de mercancías,  amenazar a individuos en los corredores, aprovechando el tranque vehicular y exigirles dinero bajo amenaza e impedir que puedan circular libremente por las diferentes calles internas de los corregimientos, dista mucho de la responsabilidad que deba tener un padre; teniendo una actuación bastante permisiva ante estas conductas erradas por parte de sus hijos.

Para los fines de nuestro argumento, podemos citar que, en los primeros cinco días de protestas que se han desarrollado en distintos puntos del país, han sido aprehendidas aproximadamente 440 personas, que supuestamente han cometido actos vandálicos, daños de la propiedad privada, destrozos a bienes del Estado, entre otros delitos, de esta cantidad de personas más de 60 han sido menores de edad.

Esto debe llamar la atención de las autoridades, pero principalmente la atención de los padres, ya que se puede denotar una total falta de supervisión por parte del padre o adulto responsable, de fiscalización, de falta de cuidado, de permisividad y por qué no, de desinterés Primero por el paradero de su hijo o por falta de autoridad, falta de preocupación por el resultado de estas acciones y las consecuencias a que se enfrente este menor.

El menor de edad seguramente no dimensiona lo grave de esas acciones, que estas se pueden convertir en un camino sin retorno para su futuro, porque va a adoptar conductas equivocadas, indebidas, malos hábitos, que puede que al principio rayen en acciones antisociales; pero que con la falta de cuidado de orientación o de guía pueden ir mutando y convertirse en acciones delictivas.

El ser detenido, procesado, pasar por un centro de cumplimiento, el alejamiento temporal o prolongado de su familia, la interrupción o pérdida de su proceso educativo, la estigmatización por parte de la comunidad pueden ser parte de las consecuencias que puede experimentar un menor de edad involucrado en actos vandálicos, infracciones o delitos.

El menor de edad puede experimentar diferentes situaciones en su proceso de desarrollo, que definitivamente necesitan de una correcta orientación por parte de los adultos que lo rodean, ya que puede experimentar frustración al enfrentar el fracaso escolar, porque a causa de no desear ir al colegio por esa falta de oportunidades para poder recibir una orientación adecuada, recibir esparcimiento para su pleno desarrollo; esto se puede traducir en ira.  Este conjunto de situaciones puede ser producto de a algún tipo de abuso y que no sepa cómo expresarlo, también puede estar percibiendo acoso o discriminación,  asimismo, el menor de edad puede llegar a una fase en la que muestre rebeldía ante sus padres o maestros, que en este proceso de desarrollo busca o trata de encajar en algún grupo para poder sentirse aceptado y en ese proceso puede ser mal orientado por algún grupo y cae entonces en el involucramiento de situaciones como la de las protestas violentas, confrontar a la policía y participar de actos vandálicos como una forma de revelación o de rebeldía ante sus padres o la autoridad. El CONAPOL en la búsqueda de soluciones prontas, que ayuden al fortalecimiento del interés común y la calidad de vida de la sociedad panameña, reconoce la necesidad de que las instituciones de control social, principalmente la familia, exploren la premisa de trabajar en ser mejores guías, en ofrecer mejores oportunidades al menor y que estas sean propicias para su pleno desarrollo, qué vea en ellas caminos que le permitan hallar objetivos para una mejor calidad de vida.

Preparado por: Gustavo Daniel Ávila
Magíster en Estudios Criminológicos
Docente en la Universidad Interamericana de Panamá
Miembro de CONAPOL